Oración introductoria
“Te ofrezco, Señor, mis pensamientos, ayúdame a pensar en ti; te ofrezco mis palabras, ayúdame a hablar de ti; te ofrezco mis obras, ayúdame a cumplir tu voluntad; te ofrezco mis penas, ayúdame a sufrir por ti” (Oración del Papa Clemente XI).
Evangelio
Lectura del santo Evangelio según san Juan 10, 1-10
En aquel tiempo, Jesús dijo a los fariseos: “Yo les aseguro que el que no entra por la puerta del redil de las ovejas, sino que salta por otro lado, es un ladrón, un bandido; pero el que entra por la puerta, ése es el pastor de las ovejas. A ése le abre el que cuida la puerta, y las ovejas reconocen su voz: él llama a cada una por su nombre y las conduce afuera. Y cuando ha sacado a todas sus ovejas, camina delante de ellas, y ellas lo siguen, porque conocen su voz. Pero a un extraño no lo seguirán, sino que huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños”: Jesús les puso esta comparación, pero ellos no entendieron lo que les quería decir. Por eso añadió: “Les aseguro que yo soy la puerta de las ovejas. Todos los que han venido antes que yo, son ladrones y bandidos; pero mis ovejas no los han escuchado. Yo soy la puerta; quien entre por mí se salvará, podrá entrar y salir y encontrará pastos. El ladrón sólo viene a robar, a matar y a destruir. Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia”.
“Te ofrezco, Señor, mis pensamientos, ayúdame a pensar en ti; te ofrezco mis palabras, ayúdame a hablar de ti; te ofrezco mis obras, ayúdame a cumplir tu voluntad; te ofrezco mis penas, ayúdame a sufrir por ti” (Oración del Papa Clemente XI).
Evangelio
Lectura del santo Evangelio según san Juan 10, 1-10
En aquel tiempo, Jesús dijo a los fariseos: “Yo les aseguro que el que no entra por la puerta del redil de las ovejas, sino que salta por otro lado, es un ladrón, un bandido; pero el que entra por la puerta, ése es el pastor de las ovejas. A ése le abre el que cuida la puerta, y las ovejas reconocen su voz: él llama a cada una por su nombre y las conduce afuera. Y cuando ha sacado a todas sus ovejas, camina delante de ellas, y ellas lo siguen, porque conocen su voz. Pero a un extraño no lo seguirán, sino que huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños”: Jesús les puso esta comparación, pero ellos no entendieron lo que les quería decir. Por eso añadió: “Les aseguro que yo soy la puerta de las ovejas. Todos los que han venido antes que yo, son ladrones y bandidos; pero mis ovejas no los han escuchado. Yo soy la puerta; quien entre por mí se salvará, podrá entrar y salir y encontrará pastos. El ladrón sólo viene a robar, a matar y a destruir. Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia”.
Meditación
Es curiosa, pero profunda, la comparación que hace Cristo de sí mismo: una simple puerta. ¿Por qué Jesús se compara con una puerta, más aún, con una puerta de entrada?
La puerta es siempre el paso de un lugar a otro. Ingresar por una puerta significa dejar una estancia y entrar a otra totalmente diversa. Pasar una puerta implica un movimiento, un cambio de visión. Una puerta nunca te obliga a entrar o a salir. La puerta siempre está allí, esperando que la abras, que ingreses o que salgas por ella.
Propósito
Intentaré acercarme a Dios en algún momento de mi jornada a través de una oración, una jaculatoria o un acto de caridad.
Es curiosa, pero profunda, la comparación que hace Cristo de sí mismo: una simple puerta. ¿Por qué Jesús se compara con una puerta, más aún, con una puerta de entrada?
La puerta es siempre el paso de un lugar a otro. Ingresar por una puerta significa dejar una estancia y entrar a otra totalmente diversa. Pasar una puerta implica un movimiento, un cambio de visión. Una puerta nunca te obliga a entrar o a salir. La puerta siempre está allí, esperando que la abras, que ingreses o que salgas por ella.
Propósito
Intentaré acercarme a Dios en algún momento de mi jornada a través de una oración, una jaculatoria o un acto de caridad.
Autor: Felipe de Jesús Rodríguez | Fuente: Catholic.net
No hay comentarios:
Publicar un comentario