“Te invitamos para que abras tú corazón al Señor con la lectura diaria del evangelio y una pequeña reflexión que te ayudara a crecer en la fe”.
Oración introductoria
Jesús, no quiero abandonarte, antes bien, deseo dar testimonio de ti a los hombres. Quiero darte a conocer a quienes no han oído hablar de ti. Sé que no será fácil, porque el mundo odia los que te pertenecemos, pero “Tú has vencido al mundo”, y con esa confianza, quiero aventurarme en el anuncio de tu Persona.
Evangelio
Lectura del santo Evangelio según san Juan 16, 29-33
Le dicen sus discípulos: «Ahora sí que hablas claro, y no dices ninguna parábola. Sabemos ahora que lo sabes todo y no necesitas que nadie te pregunte. Por esto creemos que has salido de Dios». Jesús les respondió: «¿Ahora creéis? Mirad que llega la hora (y ha llegado ya) en que os dispersaréis cada uno por vuestro lado y me dejaréis solo. Pero no estoy solo, porque el Padre está conmigo. Os he dicho estas cosas para que tengáis paz en mí. En el mundo tendréis tribulación. Pero ¡ánimo!: yo he vencido al mundo.
Meditación
El servicio más importante que podemos brindar a nuestros hermanos es el anuncio claro y humilde de Jesucristo, que vino a este mundo para que tengamos vida y la tengamos en abundancia (cf. Jn 10, 10). De nosotros, por tanto, que sin mérito alguno de nuestra parte somos discípulos suyos, se espera "un testimonio muy creíble de santidad y compromiso. Deseando y procurando esta santidad no vivimos menos, sino mejor, porque cuando Dios pide más es porque está ofreciendo mucho más" (Documento conclusivo de la V Conferencia general del Episcopado Latinoamericano y del Caribe, n. 352).
Ante las dificultades de un ambiente a veces hostil, de la escasez de resultados inmediatos y espectaculares o frente a la insuficiencia de medios humanos, los invito a no dejarse vencer por el miedo, abatir por el desánimo o arrastrar por la inercia. Recuerden las palabras de Jesús, el buen Pastor: "Ustedes encontrarán la persecución en el mundo. Pero, ánimo, yo he vencido al mundo" (Benedicto XVI, AL III CONGRESO AMERICANO MISIONERO, 12 de agosto de 2008).
Autor: Gustavo Velázquez | Fuente: Catholic.net
No hay comentarios:
Publicar un comentario