“Te invitamos para que abras tú corazón al Señor con la lectura diaria del evangelio y una pequeña reflexión que te ayudara a crecer en la fe”.
Oración Introductoria
Señor, quiero amarte y ser generoso en mi entrega diaria, pero muchas veces el miedo, las dudas, las inseguridades e incertidumbres, aprietan mi vida. Por eso, actúo como un niño que no se satisface con nada. Jesús, ¡cuántas veces Tú, en persona, has venido en mis prójimos y yo te he rechazado, por no reconocerte! Ayúdame a madurar mi fe, mi amor y mi entrega, para lanzarme con entusiasmo en tus manos, para cantar cuando Tú me tocas flauta, y también llorar, cuando me entonas los cantos fúnebres.
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 11, 16-19
¿Pero, con quién compararé a esta generación? Se parece a los chiquillos que, sentados en las plazas, se gritan unos a otros diciendo: "Os hemos tocado la flauta, y no habéis bailado, os hemos entonado cantos fúnebres, y no os habéis lamentado." Porque vino Juan, que ni comía ni bebía, y dicen: "Demonio tiene." Vino el Hijo del hombre, que come y bebe, y dicen: "Ahí tenéis un comilón y un borracho, amigo de publicanos y pecadores." Y la Sabiduría se ha hecho prestigiosa por sus obras.
Meditación del Papa
Quien cree en Dios, Padre lleno de amor por sus hijos, pone en primer lugar la búsqueda de su reino, de su voluntad. Y eso es precisamente lo contrario del fatalismo o de un ingenuo irenismo. La fe en la Providencia, de hecho, no exime de la ardua lucha por una vida digna, sino que libera de la preocupación por las cosas y del miedo del mañana. Es evidente que esta enseñanza de Jesús, si bien sigue manteniendo su verdad y validez para todos, se practica de maneras diferentes según las distintas vocaciones: un fraile franciscano podrá seguirla de manera más radical, mientras que un padre de familia deberá tener en cuenta sus deberes hacia su esposa e hijos. En todo caso, sin embargo, el cristiano se distingue por su absoluta confianza en el Padre celestial, como Jesús. Precisamente la relación con Dios Padre da sentido a toda la vida de Cristo, a sus palabras, a sus gestos de salvación, hasta su pasión, muerte y resurrección. Jesús nos demostró lo que significa vivir con los pies bien plantados en la tierra, atentos a las situaciones concretas del prójimo y, al mismo tiempo, teniendo siempre el corazón en el cielo. (Benedicto XVI, Ángelus, 27 de febrero de 2011)
Autor: Carlos Henrique Farias, L.C. | Fuente: Catholic.net
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