Infórmate

jueves, 22 de diciembre de 2011

Y dijo María: "Engrandece mi alma al Señor y mi espíritu se alegra en Dios mi salvador.

“Te invitamos para que abras tú corazón al Señor con la lectura diaria del evangelio y una pequeña reflexión que te ayudara a crecer en la fe”.


Oración introductoria

Jesús, tú conoces mi corazón mejor que nadie. Sabes cuan débil es mi fe, pero también conoces mis anhelos de creer y confiar más. Tú dijiste: «Todo es posible para el que cree» (Mc 9, 23), y por eso te pido como aquel padre cuando curaste a su hijo: «Creo, pero ayúdame porque tengo poca fe» (Mc 9, 24). Fe, Señor, eso te pido para iniciar esta oración. Pongo en tus manos mis más íntimas intenciones, tú las conoces y sabes qué es lo que necesito. María, ayúdame a creer confiadamente en Él para poder alegrarme en Dios mi Salvador como tú lo hacías.

Lectura del santo Evangelio según san Lucas 1, 46-56

Y dijo María: "Engrandece mi alma al Señor y mi espíritu se alegra en Dios mi salvador, porque ha puesto los ojos en la humildad de su esclava; por eso, desde ahora todas las generaciones me llamarán bienaventurada, porque ha hecho en mi favor maravillas el Poderoso, Santo es su nombre y su misericordia alcanza de generación en generación a los que le temen. Desplegó la fuerza de su brazo, dispersó a los que son soberbios en su propio corazón. Derribó a los potentados de sus tronos y exaltó a los humildes. A los hambrientos colmó de bienes y despidió a los ricos sin nada. Acogió a Israel, su siervo, acordándose de su misericordia como había anunciado a nuestros padres en favor de Abraham y de su linaje por los siglos." María permaneció con ella unos tres meses, y se volvió a su casa. 


Meditación

Es un canto que revela la espiritualidad (...) de aquellos fieles que se reconocían «pobres» no sólo por el desapego a toda idolatría de la riqueza y del poder, sino también por la humildad profunda del corazón, desnudo de la tentación del orgullo, abierto a la gracia divina salvadora. Todo el «Magnificat», que acabamos de escuchar interpretado por el Coro de la Capilla Sixtina, se caracteriza por esta «humildad», en griego «tapeinosis», que indica una situación de concreta humildad y pobreza. (...) Con frecuencia, su proyecto queda escondido bajo el terreno opaco de las vicisitudes humanas, en las que triunfan «los soberbios», «los poderosos» y «los ricos». Sin embargo, al final, su fuerza secreta está destinada a manifestarse para mostrar quiénes son los verdaderos predilectos de Dios: los «fieles» a su Palabra, «los humildes», «los hambrientos», «Israel, su siervo», es decir, la comunidad del pueblo de Dios que, como María, está constituida por quienes son «pobres», puros y sencillos de corazón. Es ese «pequeño rebaño» al que Jesús invita a no tener miedo, pues el Padre ha querido darle su reino (Cf. Lucas 12, 32). De este modo, este canto nos invita a asociarnos a este pequeño rebaño, a ser realmente miembros del Pueblo de Dios en la pureza y en la sencillez del corazón, en el amor de Dios. (Benedicto XVI, 20 de febrero de 2006)


Autor: Héctor Bárcenas Gómez, LC | Fuente: Catholic.net

No hay comentarios:

Publicar un comentario