Oración introductoria
Señor Jesús, así como te paseabas por el Templo de Jerusalén aquella tarde, también caminas conmigo a lo largo de mi vida. Tú recorres conmigo cada paso que doy aunque a veces no te percibo. A veces, como hicieron aquellos hombres, yo también te pido pruebas, te pido señales para creer. Señor, aumenta mi fe para descubrir las innumerables señales de tu amor que pones en mi camino cada día. Ayúdame a descubrir lo tanto que me amas, a valorar el don de mi vida, de mi salud, de mi fe, de mi familia, de mi educación, de mis amistades, de los talentos que me has dado y de tantas bendiciones que me das todos los días. También dame fe para descubrirte en medio de mis dificultades y sufrimientos, pues en esos momentos estas más cerca que nunca. Ayúdame, Jesús, a escuchar tu voz que me habla a través de todas estas muestras de tu amor por mí.
Evangelio
Lectura del santo Evangelio según San Juan 10, 22-30
Se celebraba entonces en Jerusalén la fiesta de la Dedicación. Era invierno, y Jesús se paseaba por el Templo, en el Pórtico de Salomón. Los judíos lo rodearon y le preguntaron: ¿Hasta cuándo nos tendrás en suspenso? Si eres el Mesías, dilo abiertamente. Jesús les respondió: «Ya se lo dije, pero ustedes no lo creen. Las obras que hago en nombre de mi Padre dan testimonio de mí, pero ustedes no creen, porque no son de mis ovejas. Mis ovejas escuchan mi voz, yo las conozco y ellas me siguen. Yo les doy Vida eterna: ellas no perecerán jamás y nadie las arrebatará de mis manos. Mi Padre, que me las ha dado, es superior a todos y nadie puede arrebatar nada de las manos de mi Padre. El Padre y yo somos una sola cosa».
Lectura del santo Evangelio según San Juan 10, 22-30
Se celebraba entonces en Jerusalén la fiesta de la Dedicación. Era invierno, y Jesús se paseaba por el Templo, en el Pórtico de Salomón. Los judíos lo rodearon y le preguntaron: ¿Hasta cuándo nos tendrás en suspenso? Si eres el Mesías, dilo abiertamente. Jesús les respondió: «Ya se lo dije, pero ustedes no lo creen. Las obras que hago en nombre de mi Padre dan testimonio de mí, pero ustedes no creen, porque no son de mis ovejas. Mis ovejas escuchan mi voz, yo las conozco y ellas me siguen. Yo les doy Vida eterna: ellas no perecerán jamás y nadie las arrebatará de mis manos. Mi Padre, que me las ha dado, es superior a todos y nadie puede arrebatar nada de las manos de mi Padre. El Padre y yo somos una sola cosa».
Meditación
“Dios nos ama a cada uno de nosotros de un modo personal y único en la vida concreta de cada día: en la familia, entre los amigos, en el estudio y en el trabajo, en el descanso y en la diversión. Nos ama cuando llena de frescura los días de nuestra existencia y también cuando, en el momento del dolor, permite que la prueba se cierna sobre nosotros; también a través de las pruebas más duras, Él nos hace escuchar su voz. Sí, queridos amigos, ¡Cristo nos ama y nos ama siempre! Nos ama incluso cuando lo decepcionamos, cuando no correspondemos a lo que espera de nosotros. Él no nos cierra nunca los brazos de su misericordia. ¿Cómo no estar agradecidos a este Dios que nos ha redimido llegando incluso a la locura de la Cruz? ¿A este Dios que se ha puesto de nuestra parte y está ahí hasta al final?” (Juan Pablo II, homilía en la Santa Misa de clausura de la Jornada Mundial de la Juventud, domingo 20 de agosto de 2000).
Petición
Señor aumenta mi fe para descubrir el infinito amor que me tienes, para experimentar tu cercana presencia en mi vida, para descubrir que Tú me acompañas en cada paso que doy.
Propósito
Hoy por la noche, dedicar algunos minutos para recordar y agradecer las muestras de amor que Dios ha tenido conmigo durante este día.
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