“Te invitamos para que abras tú corazón al Señor con la lectura diaria del evangelio y una pequeña reflexión que te ayudara a crecer en la fe”.
Oración introductoria
Gracias Dios mío por tu amor de Padre, que es para mí una fuente constante de consuelo y de luz. Te pido por todas aquellas personas que por diversos motivos se han alejado de Ti, para que en medio de las dificultades puedan ver tu rostro y hacer la experiencia de tu amor. Ayúdame a reflejar con mis actos el gozo de tenerte junto a mí.
Evangelio
Lectura del santo Evangelio según san Juan 15,9-11
Como el Padre me amó, también yo os he amado a vosotros; permaneced en mi amor. Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor, como yo he guardado los mandamientos de mi Padre, y permanezco en su amor. Os he dicho esto, para que mi gozo esté en vosotros, y vuestro gozo sea colmado.
Meditación
Los mandamientos y prescripciones que Cristo nos ha dejado y que la Iglesia nos invita a guardar pueden parecer simples restricciones que limitan nuestra libertad o que incluso impiden momentos de alegría. Sin embargo, para quien ha experimentado el amor de Dios, los mandamientos son preciosos medios que nos permiten manifestarle libremente nuestra opción por Él. Permanecer en su amor significa seguir sus pasos. Pasos que a veces implican serenidad y otras veces nos conducen al Calvario y a la cruz. No son sólo los actos sino el amor con el que los hagamos lo que agrada a Dios y lo que llena nuestras almas de gozo.
“El hombre vive y es plenamente libre en la medida en que guarda los mandamientos de Dios. Éstos, bien entendidos, no se reducen a una serie de prohibiciones; al contrario, expresan valores fundamentales, íntimamente vinculados con la verdad y la dignidad de la persona. Al cumplirlos, el hombre actúa en conformidad con su ser y con su vocación más profunda y se encamina hacia la vida plena, que tiene en Jesús su paradigma, su fuente y su coronación. Si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos”. (Juan Pablo II, Ángelus, domingo 31 de octubre de 1993)
Autor: Víctor Alejandro Ramírez | Fuente: Catholic.net
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