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martes, 13 de diciembre de 2011

Pero ¿qué les parece? Un hombre tenía dos hijos.

“Te invitamos para que abras tú corazón al Señor con la lectura diaria del evangelio y una pequeña reflexión que te ayudara a crecer en la fe”.


Oración Introductoria

Jesucristo, me pongo en tu presencia como el hijo que viene a trabajar en tu viña. Quiero ayudarte, aunque muchas veces te he dejado "plantado" por culpa de mi egoísmo y mi amor propio. Estoy dispuesto a demostrarte lo mucho que te quiero. Quiero cumplir tu voluntad, esa voluntad que a veces es costosa a mi naturaleza humana, pero que al ver los frutos me llena de felicidad y plenitud. ¡Cuánto me ayuda tu ejemplo de amor en el huerto de Getsemaní! Dame fuerzas para nunca negarte nada. Concédeme tenerte como el soporte y motor que me mueva a darme a mi prójimo y a cumplir la voluntad del Padre en mi vida.




Lectura del Santo Evangelio según San Mateo 21, 28-32

Pero ¿qué les parece? Un hombre tenía dos hijos. Llegándose al primero, le dijo: Hijo, vete hoy a trabajar en la viña. Y él respondió: No quiero, pero después se arrepintió y fue. Llegándose al segundo, le dijo lo mismo. Y él respondió: Voy, Señor, y no fue. ¿Cuál de los dos hizo la voluntad del padre?» - «El primero» - le dicen. Jesús les dijo: «yo les aseguro que los publicanos y las rameras llegan antes que vosotros al Reino de Dios. Porque vino Juan a vosotros por camino de justicia, y no creísteis en él, mientras que los publicanos y las rameras creyeron en él. Y vosotros, ni viéndolo, os arrepentisteis después, para creer en él. 






Meditación del Papa

Continuando con la reflexión sobre el misterio eucarístico, corazón de la vida cristiana, hoy quisiera subrayar el lazo entre la Eucaristía y la caridad. Caridad -en griego «ágape»; en latín «charitas»- no significa ante todo el acto o el sentimiento benéfico, sino el don espiritual, el amor de Dios que el Espíritu Santo infunde en el corazón humano y que lleva a entregarse a su vez al mismo Dios y al prójimo...

Nuestra respuesta a su amor tiene que ser entonces concreta, y tiene que expresarse en una auténtica conversión al amor, en el perdón, en la recíproca acogida y en la atención por las necesidades de todos. Son muchas y múltiples las formas de servicio que podemos ofrecer al prójimo en la vida de todos los días, si prestamos un poco de atención. La Eucaristía se convierte de este modo en el manantial de la energía espiritual que renueva nuestra vida cada día y, de este modo, renueva al mundo en el amor de Cristo. (Benedicto XVI, Ángelus, 25 de septiembre de 2005)


Autor: Gilberto Martínez Morales, LC | Fuente: Catholic.net

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